*Articulo publicado en la Revista Lima Gris N° 15, Septiembre-Octubre 2018
El año 2018, la
Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú – ENSABAP celebró
su Centenario de creación, cuando por Decreto Supremo del 28 de setiembre de
1918, dado en el gobierno del Presidente José Pardo y Barreda, se fundó como
Escuela Nacional de Bellas Artes. El siguiente articulo reproduce el texto de mi autoría publicado en la Revista Lima Gris N° 15 Setiembre-Octubre 2018 dedicado a este centenario.
Se designó como primer Director de la flamante Escuela Nacional de Bellas Artes a Daniel
Hernández Morillo, extraordinario pintor huancavelicano que realizaba una
destacada y lucrativa carrera en Europa, pero que, realizando sacrificios
personales, decidió hacerse cargo de esta nueva institución. Una de sus
primeras tareas, por supuesto, fue la búsqueda de un local idóneo para la
Escuela. Se escogió al llamado Convento de Recogidas, que por aquel entonces
albergaba a un grupo de monjas de la Orden Franciscana. Este local, ubicado en
la antigua calle Colegio Real, sexta cuadra del jirón Ancash, era propiedad del
Estado, administrado por la Beneficencia, por tanto, se realizaron las
gestiones pertinentes para el desalojo de las monjas, a quienes se les entregó
1000 Libras de Oro para que se instalen en otro alojamiento. Se encargó a los
arquitectos Rafael Marquina y Alfonso G. Gayoso la adecuación del espacio para
el nuevo uso. Finalmente, la tarde del 15 de abril de 1919 se inauguró la
flamante Escuela, con asistencia del Presidente Pardo y sus ministros de
estado. El discurso inaugural fue de Daniel Hernández.
Pero ¿por
qué era conocido este lugar como “Convento de Recogidas”?, ¿qué otras
instituciones albergó en el pasado este espacio, donde aun hoy se conservan
patios de trazo virreinal? En este estudio analizaremos la evolución histórica
de tan singular edificación, mas de 400 años con sus personajes, anécdotas y
sucesos.
LIMA EN EL SIGLO XVI
Fundada la
Ciudad de los Reyes por Francisco Pizarro el 18 de enero de 1535, se realizó el
trazo de la ciudad, en la cual se dispuso calles rectas e islas (llamadas hoy
“manzanas”), divididas en cuatro fincas, que se dio a los primeros vecinos. Los
limites de la ciudad en estas primeras décadas luego de la fundación eran muy
claros. Los solares no iban más allá de la actual avenida Abancay, por un lado,
y hacia el otro lado, solares se mezclaban con extensas huertas en el actual
barrio de Monserrate. La zona que hoy conocemos como Barrios Altos tenia una
configuración definida. Paul MAQUET-MAKÉDONSKI en su libro Lima hora 25 menciona: “En las primeras épocas de la
dominación española junto a los solares, se entregaban a los vecinos terrenos
en los alrededores de la ciudad… En ese entonces Lima estaba dividida entre los
barrios bajos y los barrios altos, delimitados por el canal Huatica, que
recorría el actual jirón Andahuaylas.” Los Barrios Altos, que en la época
prehispánica fue zona de huacas, para este tiempo era una zona de huertas y
campos de cultivo.
La zona que
nos ocupa era considerada insalubre, por su proximidad a la barranca del río.
Sin embargo, el establecimiento de importantes instituciones, como mencionamos
anteriormente, fue cambiando el panorama del lugar. Por ejemplo, el traslado de
la Universidad de San Marcos -desde su anterior local en un abandonado convento
agustino-, al local donde estuvo la Casa de Recogimiento de San Juan de la
Penitencia (espacio hoy ocupado por el local del Congreso de la República), la
creación del Colegio de San Felipe y San Marcos (hoy llamado Colegio Real de
San Marcos, ubicado frente a la Escuela de Bellas Artes), y el Monasterio de
Santa Clara en la recta que parte del Convento de San Francisco, hizo que
algunos vecinos se animaran a edificar casas en la zona que antiguamente fue
conocida como “la huerta de Pizarro” o también “el campo del Fraile”, lugar
este ultimo donde se edificó la Casa de la Moneda.
En este
contexto de desarrollo urbano en esta zona de Barrios Altos, es que se funda en
el lugar que nos ocupa, el Hospital de San Pedro.
Plano de 1613. Reconstrucción de Juan Bromley y Jose Barbagelata (1945), Colección Juan Gumther |
El origen del
hoy desaparecido Hospital de San Pedro se remonta al año 1594. Se reunieron en
la Sacristía de la Catedral de Lima un grupo de clérigos residentes en nuestra
ciudad y decidieron fundar una Cofradía bajo la advocación de San Pedro
Apóstol, destinada a dar auxilio a sacerdotes pobres. Fue establecida esta
Cofradía por Licencia del 22 de diciembre de 1594. Según sus leyes, esta
Cofradía estaba compuesta por 24 hermanos mas el Abad. Cada año, el 28 de
diciembre celebraban Cabildo, donde elegían Mayordomo, dos Diputados, Procurador,
un Vicario, pudiendo ser reelegidos en sus cargos hasta dos o tres veces. La
festividad principal de la hermandad era el 18 de enero, en la que se
conmemoraba la Cátedra de San Pedro.
En sus
inicios curaban a sus enfermos en el Hospital Real de San Andrés (edificación
que aun existe en la cuadra ocho del jirón Huallaga). Pero a cuatro años de
formada la Hermandad se pudo comprar sitio y edificar casa gracias a la
generosidad de dos clérigos: el Canónigo León, y D. Gabriel Solano. Con
licencia del Virrey Juan de Mendoza y Luna, el III Marques de Montesclaros,
extendida el 4 de marzo de 1598 se adquirió el predio donde edificaron su
hospital e iglesia. Posteriormente se añadieron otros solares vecinos, uno de
ellos comprado a D. Alonso Delgado en 1598, y otro a doña Isabel de Quesada en
1599.
Según el
Memorial que presentaron en esta edificación, el edificio tenía dos patios, uno
de los cuales era un claustro en torno al cual se distribuyeron aposentos como
enfermerías, habitaciones de la hermandad, de los clérigos, y demás
dependencias. El otro patio sirvió a convalecientes y a sacerdotes pobres o
forasteros. Seguía como modelo de hospital uno para venerables sacerdotes de
Sevilla. La iglesia estaba al lado del edificio y era una gran nave cubierta de
madera con la capilla mayor de bóveda. Al parecer quedó edificada el año 1607,
pues en ese año ya aparece una licencia para que puedan celebrar oficios
religiosos allí, lo que también significaba un ingreso a las arcas del
Hospital. Otras propiedades se fueron sumando al Patrimonio de la Cofradía de
San Pedro, y al parecer para estas primeras décadas del siglo XVII, era una de
las más solventes de nuestra ciudad.
Todo esto cambiaría a mediados del siglo XVII. Una serie de situaciones originadas por
desencuentros entre miembros de esta Cofradía originó la decadencia del
Hospital de San Pedro. Para las últimas décadas de este siglo va a ser llamado
el Hospital de San Felipe Neri.
EL HOSPITAL DE SAN FELIPE NERI
El desencuentro
del que hablábamos líneas arriba fue originado por el ingreso a la Cofradía de
San Pedro de nuevos personajes con intenciones distintas a la labor que
perseguía esta institución. Uno de los hermanos, el Licenciado Juan Pedrero,
introdujo en la Iglesia de San Pedro, unos ejercicios de votos bajo el nombre
de Escuela de Cristo, a los que concurrieron un número crecido de fieles
vecinos de la zona, y entre ellos el bachiller Alonso Riero y el padre
Francisco Javier de Ayllon. A la muerte de Pedrero decidieron unirse a otros sacerdotes
para vivir en comunidad en la casa del hospital y fundar la Congregación del Oratorio
de San Felipe Neri. El Padre Jesuita Rubén Vargas Ugarte menciona, que, si bien
es cierto, el propósito de Riero de fundar una casa del Oratorio en Lima, era
algo bueno, no estuvo acertado en los medios que uso para conseguirlo, pues
desde un principio puso los ojos en el Hospital y la Iglesia, y no omitió
esfuerzo alguno para que ambos se adjudicaran a su recién fundada Congregación.
El, con
algunos otros compañeros poco a poco se fueron haciendo miembros de la Cofradía
de San Pedro, lo que les daba voto para influir en el manejo de ella, y mas
tarde consiguió que se le nombrase Mayordomo. A partir de allí, se dan una
serie de sucesos y conspiraciones hasta que al fin Riera se hace cargo de la
Cofradía. En 1681, aprovechando el viaje a España del Conde de Castellar que
acababa de dejar su cargo como Virrey, lo acompaña y en el viaje se gana su confianza,
lo que le sirvió para que este sea su garante ante el Rey Carlos III, gracias a
lo cual, por Real Cédula del 12 de marzo de 1683, se decreta que se agregue el
Hospital de San Pedro a la Congregación de San Felipe Neri, y se le encomendaba
a esta la administración de sus bienes. No siendo esto suficiente, Riera viaja
a Roma, donde obtuvo del Papa Inocencio XI, un Breve dado el 15 de junio de
1683, por el cual se aprobaba la creación de la Casa del Oratorio de San Felipe
Neri en Lima, y otro del 15 de setiembre del mismo año en el que se adjudicaba
la propiedad del Hospital de San Pedro.
Así entonces
este predio va a ser conocido desde 1683, y durante el siglo XVIII como el
Hospital de San Pedro o el Hospital de San Felipe Neri. En estos periodos de ocupación
hay que recordar que Lima va a ser azotada por dos terribles terremotos. Uno en
el año 1680, y otro en el año 1746 que se conoce como el mas devastador de la
historia virreinal. Es obvio que, durante estos sucesos, la ruina del hospital
e iglesia haya sido evidente, y se haya tenido que someter a continuas
reparaciones y reconstrucciones.
Hospital e iglesia de San Pedro. Plano de 1685 de Pedro Nolasco Mere, Colección Juna Gunther |
El
edificio, hacia la mitad del siglo XVIII, por los eventos sísmicos mencionados,
no presentaba su mejor apariencia. De seguro, la debacle económica posterior al
sismo de 1746 que afectó a muchos vecinos e instituciones de Lima también
alcanzó a la Congregación que hacia sus mejores esfuerzos por atender las
necesidades de los pacientes en el hospital. Esto va a cambiar radicalmente
cuando tras la expulsión de los Jesuitas en 1768, la Junta de Temporalidades
que administraba las propiedades de los expulsados religiosos, le cede el
edificio del antiguo Colegio Máximo de San Pablo y su iglesia a la Congregación
del Oratorio de San Felipe Neri -hoy es la iglesia de San Pedro-, por lo cual ellos se mudan al flamante
edificio, mejorando por supuesto con tan ventajoso cambio, y que los llevó a parangonarse
-según agrega el Padre Vargas Ugarte-, con las grandes órdenes religiosas en
nuestra ciudad. El edificio del hospital va a ser cedido en 1776 al Beaterio de
las Amparadas de la Purísima Concepción.
BEATERIO DE AMPARADAS o ARREPENTIDAS
El Beaterio
de Amparadas fue una institución piadosa que se creo en el año 1665 a
instancias del Venerable Jesuita Francisco del Castillo. Esta comunidad de
beatas también llamadas recogidas o arrepentidas se dedicaba a recoger a
doncellas huérfanas para evitar que caigan en la prostitución. Una labor un
tanto controversial y muy esforzada para una ciudad muy religiosa como era Lima
en aquellos años. En 1670 se establecieron en unas casas al lado de la
residencia de don Gonzalo de la Maza, lugar donde murió Santa Rosa de Lima. El
Virrey Conde de Lemos gastó de su peculio 50,000 pesos en la capilla, alhajas,
muebles, etc. y se les dio el nombre de Amparadas de la Purísima Concepción. En
ese año se inauguró su iglesia con procesión y gran acompañamiento, incluso del
Virrey. Sin embargo, poco disfrutaron del lugar, pues el terremoto de 1687
destruyó sus instalaciones, y tuvieron que refugiarse las beatas durante dos
años en el Monasterio de Santa Catalina, mientras se reconstruía su edificio.
El Virrey Conde de la Monclova les dio el encargo de vigilar prostitutas y
mujeres escandalosas, pero su labor poco apreciada se vio vulnerada por la
fundación del Monasterio de Rosa de Santa María, en el lugar donde estuvo la
casa de Gonzalo de la Maza, por lo que fueron despojadas de sus casas.
Estuvieron un tiempo ocupando un espacio en el Santuario de Santa Rosa de los
Padres, hasta el suceso de la expulsión de los jesuitas, en que se trasladaron
al antiguo Hospital de San Pedro, abandonado por la Congregación de San Felipe
Neri como vimos anteriormente.
Aquí se
establecen con un personal renovado, bajo la condición que compartirían espacio
con un nuevo Colegio de Indias, un Hospicio de Mujeres Pobres, y una Sala de
labor general bajo el cuidado inmediato de maestras y directoras que se
prepararían para tal fin. En el año 1793, Hipólito Unanue escribía que en el
Beaterio de Amparadas vivían 26 beatas, y tenía una renta de 5300 pesos. Sin
embargo, además de las 26 beatas de habito, había un crecido número entre arrepentidas,
educandas y depositadas, lo que hacía un total de 184 mujeres que vivían en
este edificio. La casa mantenía a 77, y el resto se mantenían a sí mismas o por
benefactores.
Unas
décadas después, hacia 1830, se incorporan al Beaterio unas colegialas del
antiguo Colegio de Santa María del Socorro, que estaba contiguo al Hospital de
la Caridad, lugar hoy ocupado por el Congreso de la República. Al parecer, la
inestabilidad política y económica del siglo XIX no fue ajena a la
administración del Beaterio de Amparadas.
Un informe
de la Beneficencia hacia 1860 informa que las personas que existían en el
Beaterio estaban divididas en cuatro clases: primero la de beatas amparadas,
cuyo número era de 3, inútiles ya por su avanzada edad, y que se veía imposible
de que aumenten pues en la época ninguna de las personas adoptaba ese género de
vida como lo comprobaba el hecho de que solamente una persona había tomado el
hábito en más de 36 años. Segundo: la de colegialas que se compone de seis
mujeres de edad superior a la que se requiere para ser educandos. Tercero: la
de empleadas o sirvientas que eran en número de 25, monstruosa desproporción
con las necesidades de un establecimiento que encierra 3 beatas y 6 colegiales,
y que implicaban un gasto diario para la Beneficencia. Y cuarto: la de mujeres
pobres a quienes se dio habitación gratis eran 45, y cuya conducta acredita que
sus cualidades y circunstancias no fueron bien examinadas antes de su admisión.
Por todos esos motivos se sugirió el cierre de este Beaterio.
A ese local
se trasladaron las aulas y el Colegio de Maternidad que estaba antes en el
Hospital de Santa Ana. También sirvió de alojamiento a las Hermanas de la
Caridad que recientemente habían llegado a Lima.
EL EDIFICIO A FINALES DEL SIGLO XIX
A pesar de
los avatares en la ocupación del predio, la iglesia mantuvo decentemente su
decoración y ornato. En 1866 se describían sus altares de la siguiente manera:
el Mayor, de la Purísima Concepción, otros altares: el Calvario, San José,
Nuestra Señora del Rosario, San Francisco de Paula, Nuestra Señora del Carmen,
y uno de la Purísima en el Coro, un total de 7 altares. Las fiestas religiosas
de este templo eran la Semana Santa, la Purísima Concepción, y el Corazón de
Jesús.
En los
espacios del antiguo hospital y beaterio, se establecieron entonces hacia 1860
como indicamos, el Colegio de la Maternidad. Y en 1883, una Escuela de Niñas.
Otros espacios van a ser cedidos a particulares temporalmente por la
Beneficencia, como por ejemplo tres tiendas a un señor llamado José Pro, hijo
de doña Josefa Pro de Pro, que ya tenia otras propiedades en la calle del
Colegio Real. Hacia la calle San Ildefonso va a aparecer en los protocolos
notariales el Colegio de San Francisco o Inmaculada Concepción, que seguro era
dirigido por las monjas que fueron desalojadas cuando se designo el lugar como
Escuela de Bellas Artes. También en diciembre de 1866 aparece un contrato de
locación a favor de don Manuel Ayllón Salazar de otro espacio del antiguo
beaterio ubicado hacia la mencionada calle San Ildefonso.
Este va a
ser el edificio que va a llegar hasta 1919 en que se adecua al uso de la
flamante Escuela de Bellas Artes.
CONCLUSIÓN
Un gran
cambio que experimentó el edificio fue en su fachada, cuando en 1924 se encargó
al Arquitecto español Manuel Piqueras Cotolí la construcción de ésta en un
estilo llamado Neoperuano, acaso de algún modo en su suntuosidad buscando
recrear la grandeza que debió haber tenido este edificio en el pasado.
Cuando Juan
Manuel Ugarte Eléspuru fue Director de la Escuela (entre 1956 y 1973), se
emprendió la restauración de algunos ambientes. Al hacer excavaciones en el
piso de uno de los patios -el llamado Patio de las Monjas-, se descubrió a un
metro de profundidad unos hermosos trozos de pisos de lajas. No se siguió
excavando porque todo lo demás era detrito o desmonte apisonado de los antiguos
terremotos que dejaron en ruina el edificio en el pasado. Asimismo, menciona
que se habilitó un ambiente a la derecha de la escalera a los altos desde el
antiguo claustro, que se designó como el Centro de Estudiantes. A la izquierda de
la escalera, había un ambiente que nadie quiso ocuparlo pues fue el mortuorio
en el tiempo del beaterio.
La Escuela
cumple 100 años, la ocupación del edificio el año 2019 también será centenario,
pero como hemos visto mucha historia ha pasado por esos ambientes, por sus
pasajes y claustros. Y es que esa es la historia de Lima, una sucesión de
ocupaciones, de personas, de instituciones, de sucesos buenos y catastróficos,
historias de conspiraciones, de piedad religiosa, de niñas aprendiendo las
primeras letras, y de la mejor inspiración que ha caracterizado a nuestros
artistas en tan antiguo local.
Texto: David Pino
Portada de la iglesia de Amparadas detrás del muro actual de fachada de Bellas Artes |
FUENTES:
Jorge
Bernales Ballesteros, “Lima, la ciudad y sus monumentos”. Escuela de Estudios
Hispanoamericanos de Sevilla. Sevilla, 1972.
Hipólito
Unanue, “Guía Política, Eclesiástica y Militar del Virreynato del Perú para el
año de 1793”.
Rubén
Vargas Ugarte SJ, “De la Conquista a la República. Artículos históricos”. Lima,
1950.
Manuel A.
Fuentes, “Estadística General de Lima”. París, 1866.
Manuel
Ugarte Elespuru, “Pintura y escultura en el Perú contemporáneo”. Editorial
Universitaria. Lima, 1970.
UNI-FAUA,
“Inventario del Patrimonio Monumental Inmueble. Tomo IV. Época Virreinal”
ENSABAP,
“Escuela Nacional Autónoma de Bellas Artes del Perú. 1918-2009”. Fondo
Editorial. Diciembre, 2009.
Archivo
General de la Nación – AGN, Colección Terán, Protocolos Notariales.
1 comments:
Compleja historia, como mencionas. No era zona de afluencia u comercial, por lo visto.La historia de la iglesia es tambien la historia de sus propiedades y su control y uso. Interesante la foto del cartel del cercano cine Novedades donde entonces daban la famosa pelicula expresionista El gabinete del Doctor Caligari, De Robert Wiene. 1920.
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