Después del desayuno qué consiste invariablemente en una taza de chocolate con pan, seguida de una abundante libación de agua fresca, la familia se dirige a misa; una esclava la sigue llevando alfombras sobre las que las damas se arrodillan durante el oficio, porque en las iglesias no hay sillas ni bancas. Después de misa se acostumbra ir en carruaje a los baños que se encuentran aproximadamente a un tercio de legua de la ciudad, y a los que se llega por una bella Alameda a lo largo de las riberas del Rímac. En verano se ven concurridos por una multitud de damas que permiten que los hombres les hablen en la puerta mientras que ellas disfrutan de los placeres del baño.
Paisaje de luna desde el Puente de Piedra, Acuarela de J. Prendergast, 1885. Incluida en el álbum de M.A. Went. |