martes, septiembre 28

Los Aguadores de Lima

Antes del establecimiento de la Empresa del Agua, Lima sufria bajo el despotico monopolio del aguador, porque no tenia agua el que lo necesitaba, si el aguador no queria darlo. El aguador, generalmente negro o zambo, cuidaba a su burro mas que a sus propios hijos, y era para el objeto de su mas tierna solicitud.


El sonido de la campanilla anunciaba que habia mercaderia vendible: al oir dicha campanilla, las criadas decian al negro: Aguador, echeme usted un viaje, el que segun ordenanza municipal, costaba medio real, pero cuando las pilas publicas no estaban surtidas, por diversas emergencias que ocurrian en los antiguos acueductos o modernas cañerias, entonces el valor subia hasta cuatro reales, y los necesitados tenian que satisfacer el capricho del aguador.


Aguatero surtiéndose de pileta en la Plaza de Armas
La presencia de los aguadores en Lima es muy temprana, Prácticamente con la fundación de la ciudad hace su aparición el acto de cargar agua del río a las casas de los amos o personas importantes. Esta actividad a la postre se convertirá en un oficio de suma importancia para los esclavos, sector social que llegó a controlar exclusivamente este estratégico recurso, ejerciendo sobre esta mercancía, el agua, un derecho monopólico, amparado en las disposiciones del cabildo.

Aguador negro
Lima or Sketches of the capital of  Perú 1866
Manuel Atanasio Fuentes Delgado
Los aguadores, estaban divididos en dos categoría: los que trabajaban a pie, repartiendo el agua que cargaban en una pipa pequeña y aquellos que, seguramente un poco más pudientes, tenían su transporte móvil que consistía en un burro, cuadrúpedo y terco animalito que estando de buen humor, podía cargar dos pipas mucho más grandes. Tenía que estar registrado en alguna de las parroquias del sector para poder hacerlo y luego la transportaba hacia los vecindarios y al sonido acompasado de los tañidos de su campana, anunciaba que el líquido vital estaba disponible en su repartidor movil.

El satírico escritor Manuel A. Segura, en una de sus comedias, habla de un aguador llamado "Ño Cendeja"; quien pertenecía a la Parroquia del Sagrario y habiendo sido militar, repartía el agua marcialmente, pues seguía usando su ya casi deshilachado uniforme en ese menester.

Los aguadores estaban obligados a matar perros vagos a garrotazos, y después con el bocadillo de carne envenenada, una tarde en cada quincena, y regar cinco plazas y plazuelas semanalmente, mas era su participación en las elecciones justo motivo de preocupación ciudadana por la violencia que entrañaba. En efecto, por los años de 1850 un astuto vecino los protegió interesadamente para obtener su apoyo en los tumultos electorales, llevándolos al lugar de votación, una plazuela equis, para dominar a los contrarios, "Y garrote en mano, daga o puñal al cinto, en medio de espantosa gritería y a carrera abierta, se lanzaban los doscientos negros aguadores sobre los ocupantes de la plazuela, que tras ligerísima resistencia y un par de cabezas rotas, ponían pies en polvorosa [...]".

Acuarela de Pancho Fierro
Respecto al innoble oficio de ser el verdugo de los perros callejeros, a quienes ultimaba con una vara que siempre llevaba consigo; porque según otra ordenanza municipal, así se prevenía que el mejor amigo del hombre, contrajera la temida hidrofobia o mal de rabia, enfermedad animal tan común en la época colonial, por la superpoblación canina que existía.

Con el transcurrir del tiempo, esta costumbre se tuvo que abolir pues representaba un sanguinario espectáculo, el ver al "aguador", diezmando dichos animalitos a diestra y siniestra.


Fuentes:
Carlos Prince, Lima Antigua Tipos de Antaño, Serie 1, 1890
Esclavitud Urbana Siglos XVIII XIX, Comercialización del Agua: El Monopolio Negro del siglo XVIII
Ricardo Palma, Los aguadores de Lima (Apuntamientos), 1908
Boletin de New York, El Aguador

2 comments:

Anónimo dijo...

e estado leyendo y me parece muy interesante, recuerdo que mi madre nos contaba todos estos acontecimientos en espezial en las noches de la viuda fantasmas y nos daba mucho miedo, hoy en dia tengo 68 años...............

Anónimo dijo...

Estos tiempos deben ser recordados y no olvidados ayudemos a compartir así todo lima sabrá .