martes, octubre 26

El Hospital de la Misericordia

*Articulo original en el blog Psiquiatría Histórica 


Hace unos meses incursionamos en los predios de lo que alguna vez fue el Hospital Real de San Andrés, recientemente profanados por los ímpetus mercantilistas de individuos faltos de conciencia histórica. Tal visita fue el pretexto para una reseña acerca de aquel nosocomio, que tan importante rol había jugado desde que fuera fundado en el siglo XVI. En esta oportunidad, nuestro equipo decidió conocer las instalaciones del antiguo Hospital de la Misericordia -sede en la actualidad del Colegio "Alipio Ponce Vásquez" de la Dirección de Bienestar de la Policía Nacional del Perú, sito en la Av. Sebastián Lorente 769 Barrios Altos Lima-, y de paso recordar algunos datos sobre el mismo.

Colegio Alipio Ponce Vásquez
El Hospital Civil de la Misericordia -conocido también como Hospicio de Insanos o más coloquialmente, como Manicomio del Cercado- fue construido en el lugar que ocupaba la Quinta Cortés, antiguo local de convalecencia de los jesuitas en el barrio del Cercado. Inaugurado en diciembre de 1859, recibió a los “153 enfermos de los cuales hay 76 hombres y 77 mujeres”, procedentes de las loquerías de San Andrés y Santa Ana, repartiéndose los mismos “para cada departamento de cuatro principales cuarteles a saber: 1) los tranquilos, 2) excitados periódicamente, 3) idiotas, epilépticos e inmundos y 4) furiosos” (según nos refiere Óscar Valdivia Ponce, 1964). Bajo la influencia ideológica del tratamiento moral de Pinel, el Reglamento Provisional del Hospicio (1897) exigía a las Hermanas de Caridad: “1.º Suministrar con toda exactitud y puntualidad las medicinas prescritas para los enfermos. 2.º Cumplir extrictamente las medidas indicadas por los médicos respecto á los enfermos. 3.º Cuidar del aseo y limpieza de las salas. 4.º Ordenar y vigilar el cambio, cuando menos semanal, de las ropas de cama é internas de cada enfermo. 5.º Inspeccionar la calidad de los alimentos y presidir su distribución. 6.º Procurar con todo empeño que los enfermos estén constantemente limpios y sean tratados con afecto, sin obligarlos á prácticas religiosas que ellos no acepten. 7.º Acompañar á los médicos en las visitas. 8.º Dar á los guardianes y empleados de cada Departamento, oportunamente, las órdenes más convenientes para el mejor servicio. 9.º Impedir que los enfermos sean maltratados de palabra ó de hecho por los guardianes ú otros enfermeros. 10.º Dar cuenta á los médicos de las novedades ú ocurrencias del Departamento, ó de las faltas que observaren en el servicio y en los turnos de guardia de los enfermos. 11.º Las Hermanas deben velar rigurosamente para que los enfermos gocen toda la libertad de acción y de movimiento compatibles con este Reglamento”.

Interior del Hospital (Foto: Fernando Garreaud)

La escritora argentina Juana Manuela Gorriti nos brinda la siguiente versión novelada del Hospicio de la Misericordia en “Una visita al manicomio” (1876): “En el lindo pueblecito del Cercado, lugar sombroso y romántico, situado como un apéndice de Lima, entre el circuito de sus murallas, elévase ese suntuoso y lúgubre edificio rodeado de huertos, jardines y fuentes. (…) Envuélvelo profundo silencio, tan solo interrumpido allá, de vez en cuando, por algún extraño grito que aleja a los paseantes de aquel ameno sitio, y desgarra el corazón a aquellos que vagan atraídos por el amor de seres queridos encerrados entre sus fúnebres muros. Cuán honda compasión inspiran esas madres, hijas y esposas que vienen cada día a pasar horas enteras ante la gran verja, pegado el rostro a las barras de hierro, fijos los tristes ojos en esa puerta que recuerda el Lacciate ogni speranza de la terrible leyenda”.



No pasó mucho tiempo sin embargo, para que el nuevo local resultase insuficiente. Tan solo cuatro meses después de la inauguración, en abril de 1860, el Director Casimiro Ulloa informaba lo siguiente a la Beneficencia Pública de Lima: “Como Ud. lo ha notado ya, la estrechez del sitio no permite hacer estas construcciones si no es tomando algo del espacio que ocupa la huerta y formando un segundo piso. (…) Habiéndose aumentado considerablemente la población del hospicio en ambos departamentos, y habiéndose resuelto igualmente por la dirección que ello no tenga una proporción definida, se hace necesario también aumentar el número de catres comunes de hierro, así como los de madera, llamados de fuerza, que la experiencia ha manifestado ser de indispensable necesidad para el servicio de las celdas". En 1890, su sucesor en la Dirección, Manuel Muñiz, informó lo siguiente: “No se pueden dividir y separar absolutamente los enajenados curables de los incurables, los sucios de los aseados, los furiosos de los tranquilos, los epilépticos de sus congéneres enfermos, etc. (…) Faltan talleres. No hay distracciones. Los corredores son estrechos para el gran número de enfermos, que apenas pueden hacer ejercicios. (…) Si un asilo, como ha dicho un gran alienista, es como una red con la que rodea el médico a sus enfermos para coordinar sus movimientos, regular sus pensamientos, moderar sus sentimientos y presidir a todas sus operaciones vitales, bien claro se ve que el manicomio actual no responde a sus fines”. Finalmente, en enero de 1918 todos los internos del Hospicio de Insanos fueron trasladados al nuevo Asilo Colonia de la Magdalena, que en 1930 adoptaría la denominación actual de Hospital "Víctor Larco Herrera".


Plano de Lima de 1904, con la ubicación de los tres hospitales que albergaron enfermos mentales.

Bibliografía:
- Caravedo Prado B. La reforma psiquiátrica en el Perú. Lima: Clínica Baltazar Caravedo, 1985.
- Gorriti JM. Una visita al manicomio. En: Panoramas de la vida: colección de novelas, fantasías, leyendas y descripciones americanas. Tomo II. Buenos Aires, Imprenta y Librerías de Mayo, 1876.
- Reglamento Provisional del Hospicio de Insanos. Lima, 1897.
- Valdivia Ponce O. Historia de la psiquiatría peruana. Lima, 1964.

1 comments:

Anónimo dijo...

Ilustradora historia. Y en la actualidad a quien le pertenece los terrenos?