domingo, mayo 6

En Defensa de la Escultura Pública

Atentados oficiales contra el Arte en Lima
* Un articulo del Historiador Freddy Cabanillas

Lima es una ciudad con un interesante acervo de escultura pública monumental, que en los últimos años ha sido afectado por acciones -e inacciones- de las autoridades que deberían protegerlo y promocionarlo. Desde el abandono total, pasando por intervenciones distorsionadoras de los diseños originales, hasta el atentado directo destructivo, la actitud de las autoridades demuestra suma ignorancia que debemos confrontar desde la sociedad civil.


Es lamentable señalar que en este tema, el Estado es el enemigo número uno del arte escultórico.

Por esa razón reclamamos normas claras para la protección de los monumentos conmemorativos y afines, obras de arte fundamentales en la educación cívica de la población y testimonios visibles que ayudan a remarcar la identidad y los valores patrióticos y ciudadanos. Insisto, hay que darles el tratamiento que merecen, son obras de arte y el hecho de que estén en la calle no significa que las abandonemos a su suerte.

Es necesario que exista un organismo responsable que haga un seguimiento permanente de las esculturas y que coordine cualquier intervención en el marco de las reglas estrictas de la conservación. Una oficina dependiente de la Municipalidad Metropolitana o del Ministerio de Cultura, habrá que ver.

Las municipalidades tienen la obligación de brindar seguridad a estas obras de arte. La vigilancia tiene que ser permanente, especialmente de noche. Las intervenciones de mantenimiento y restauración tendrían que ser aprobadas y monitoreadas por los especialistas del organismo propuesto, pero de manera ágil para evitar entrampamientos.

Lo más importante es que exista sanción ejemplar contra los funcionarios responsables del daño a los monumentos, sea por descuido, sea por intervenciones desafortunadas. Por ejemplo, los señores alcaldes deben entender que los cambios de color -les encanta el dorado- o de pedestal, sin consultar a los escultores, son faltas de respeto a la labor creativa de los artistas. El diseño original debe ser considerado intangible. Tenía razón José Antonio Gamarra Puertas cuando pedía a las autoridades declarar en “estado de conmoción” al “monumento público estatuario conmemorativo”, debido a la agresiva depredación. 

Consideramos tres tipos de atentados contra la escultura pública:

A.   Desidia, olvido y/o abandono.
B.   Atentado directo distorsionador.
C.   Atentado directo destructivo.
D.   Financiamiento e instalación de pseudoesculturas.

A continuación veremos los casos más importantes.

A. Desidia, olvido y/o abandono.


Inaugurado en 1808. Es uno de los más importantes conjuntos de escultura funeraria de América Latina. Obras de artistas italianos, franceses y peruanos. Durante años se ha permitido el saqueo sistemático de esculturas -se han perdido por lo menos setenta-, así como innumerables elementos de mármol y bronce arrancados de los mausoleos.




Construida por el virrey Marqués de Montesclaros en 1611. En el siglo XIX se colocaron las doce estatuas de mármol que representan a los signos del zodíaco y seis más pequeñas en la entrada principal (dioses griegos). Todo el conjunto escultórico es obra de artistas italianos.

Como espacio público es inigualable, pero fue echado al olvido y se permitió el robo de las bancas y de secciones de la reja de hierro. Las esculturas han sido pintarrajeadas y mutiladas. Los casos más graves y recientes son los daños que han sufrido las esculturas de Cáncer y Piscis. Temprano es fácil encontrar evidencias de que en las noches la Alameda es tierra de nadie.



3. Colección de réplicas de esculturas clásicas de la Escuela de Bellas Artes.

Donación de Rafael Larco (1935). Obras griegas, romanas y renacentistas. Esta valiosa colección ha recibido tanto maltrato como la Escuela de Bellas Artes. Las esculturas están rasguñadas, pintarrajeadas y en algunos casos mutiladas; por ejemplo, uno de los hijos de Laocoonte ha perdido la cabeza. La ubicación de las estatuas entre las galerías y bajo los arcos de los claustros, no permite apreciarlas y están expuestas constantemente a daños. 


Se trata de uno de los conjuntos escultóricos más importantes del Perú. Sus autores fueron el arquitecto Edmond Guillaume y el escultor León Cugnot (franceses); se inauguró en 1874.

La obra está mutilada. Han sido cortadas las espadas de José Gálvez y la que portaba la alegoría del Perú. También hay faltantes en el cóndor y en el cocodrilo. Y una lata de cerveza está incrustada -hace varios años- como elemento “decorativo” en la escultura.

El entorno arquitectónico es de la década del 20 del siglo pasado y no tiene igual en Lima. Desgraciadamente los ocho edificios afrancesados se encuentran en proceso de deterioro. En las ventanas se lucen carteles publicitarios que hasta hace algunos años estaban prohibidos. Lo peor son las letras gigantes de la CGTP colocadas por partida doble. Hay una nueva construcción de intenso color rojo al costado de uno de los edificios monumentales, cosa que malogra la visualidad del conjunto. Las calles de los alrededores están llenas de suciedad, ladrones y  caos por todas partes. En las noches se permite incluso el funcionamiento de una estridente y maloliente cantina de mala muerte. Y el paradero de las combis que van al Callao es un urinario público y punto de reunión de “jaladores” lisurientos. Por las noches, la calle Zamora ni siquiera tiene luz. Para colmo, los baños públicos instalados -con la mejor intención- frente a la plaza, le quitan prestancia a la zona monumental.

Hay que agregar que la primera versión de la Victoria era más grande y no se llegó a emplazar en la capital. Estuvo en el Callao y fue robada por los bárbaros militares chilenos para ser instalada en Talca.

A propósito de esto, hace rato que el Estado peruano debería reclamar formalmente la devolución de las obras de arte saqueadas, ahora que está claro que los pueblos civilizados no consideran trofeos de guerra a los bienes culturales. El historiador chileno Milton Godoy Orellana brinda información que será útil cuando nos decidamos a pedir la devolución de este Patrimonio olvidado 

5. Monumento al mariscal Ramón Castilla. Plaza Unión.

José Luis Peña y Peña, 1969. Es una estatua ecuestre acompañada de figuras alegóricas. El conjunto también ha sufrido mutilaciones: se han robado las cadenas que portaba el afro-peruano en actitud de romperlas. También han sido cortadas la espada y la balanza de la alegoría de la Justicia, así como el atributo que portaba la alegoría de la Ley. Las inscripciones que identificaban a las figuras alegóricas han desaparecido.

Una grave distorsión que ha dañado la visualidad del conjunto, es el color “verde sucio” aplicado al enorme pedestal de granito.



La anodina reja que rodeó la plaza durante años, fue retirada en esta gestión municipal y la verdad es que la vista ha mejorado. El problema es que el monumento está expuesto a sujetos indeseables que ingresan para dormir y hacer sus necesidades. Hemos pasado a medianoche por la zona y no hay vigilancia nocturna.

6. Monumento al mariscal Andrés A. Cáceres.

Luis Agurto, 1951. Jesús María. Actualmente la plaza y el monumento lucen impecables. Pero hay que recuperar una de las esculturas: el fusil del soldado ha sido mutilado. Además hay que restaurar los relieves laterales (batallas de Tarapacá y Marcavalle) donde también cortaron varios elementos.

7. Monumento a Humboldt.

Obra del escultor alemán David Dancer, 1935. Este conjunto escultórico es el caso más escandaloso de robo sistemático e indiferencia de las autoridades. Las piezas de bronce fueron arrancadas una a una: el pequeño mamífero, las aves marinas, el osito; dejando la cabeza del sabio alemán en la más espantosa soledad.

Cuando se remodeló el Parque de la Exposición construyeron una réplica del conjunto escultórico, pero lamentablemente esta obra no está a la altura del original. Basta ver las fotografías antiguas y apelar a nuestra memoria visual para comprobar que las proporciones de las piezas han variado. La pobre réplica ha sido dorada hasta el ridículo y su pedestal pintado de plomo-azulado. Hay que hacerlo de nuevo, pero bien.

8. Estatua de La Libertad. Plaza Francia.

Obsequiada por la colonia francesa (1926). Su autor fue René Bertrand-Boutée, así lo ha demostrado una investigación de Juan J. Pacheco Ibarra. Esto nos permite corregir un dato que consignamos en un artículo anterior, atribuyendo la obra a Bertillón, información que tomamos de una fuente que parecía seria.

Volviendo a la obra, la alegoría ha sido mutilada, quedando sin su atributo característico: la antorcha. También ha perdido la rama de laurel.

Durante la anterior gestión municipal se remodeló la plaza Francia pero no restauraron la escultura. El actual gobierno municipal se ha comprometido recuperar la estatua.

9. Plaza de la Medicina Peruana.

Frente al hospital Dos de Mayo. En 1953 se inauguró un monumento a Daniel Alcides Carrión, obra de José H. Huerta. Desde 1972 el sitio se denomina Plaza de la Historia de la Medicina Peruana. La escultura original fue reemplazada por un polémico trabajo de Juan Manuel Ugarte Eléspuru -pintor, no escultor- Marcelino Álvarez y Williams Buendía. En la plaza se instalaron bustos de destacados médicos peruanos y réplicas de los diseños Sechín.

Abandonada durante años, en la plaza es evidente la desaparición de 24 bustos, quedan todavía 25.

10. Felino, Pez y Ave.

Piezas notables de la gran escultora expresionista Cristina Gálvez. Estaban en el Parque de la Reserva y no fueron tomadas en cuenta en la “remodelación” de dicho espacio.

Es urgente colocarlas de nuevo en su sitio original o exhibirlas en los jardines del Museo Metropolitano, pero no pueden permanecer guardadas en algún depósito municipal. Quienes dejaron de lado las esculturas de Cristina Gálvez, deberían saber que se trata de la misma artista que elaboró el conmovedor caballito torturado que retuerce su cuerpo en Miraflores. La escultora ya es finada y casi no hay obra suya en espacios públicos, por eso lo que hicieron con sus obras en el Parque de la Reserva resulta doblemente grave.

11. Las Amazonas.

Sérvulo Gutiérrez, 1942. Dos esculturas instaladas en la portada del Museo de Historia Natural de la UNMSM. Actualmente las dos piezas están mutiladas, a una de ellas le falta el arco y la flecha, y la otra tiene el arco partido y sin flecha. Esto llama poderosamente la atención ya que los faltantes son recientes.



B) Atentado directo distorsionador

1. Monumento al coronel Francisco Bolognesi.

Aquí se combinan el atentado directo con el abandono más escandaloso. Obra de Agustín Querol (español) inaugurada en 1905. La  estatua principal fue cambiada en 1954 por otra del escultor peruano Artemio Ocaña. La pieza original de Querol se conserva la Fortaleza del Real Felipe (Callao).

El monumento a Bolognesi es otro ejemplo de mutilación. Ha sido cortado el sable de uno de los soldados de la parte inferior del monumento (el abanderado). También está mutilado el fusil de uno de los soldados.  

El atentado distorsionador consiste en lo siguiente: el pilar que sirve de eje al monumento ha sido pintado de un extraño color verde pálido y la base del monumento de negro.  

El capitel y dos figuras alegóricas están pintados de blanco, pero suponemos que son de mármol (Basadre, Historia de la República). Habría que hacer un trabajo cuidadoso para eliminar los agregados inútiles.

El olor pestilente que tiene el monumento se debe a la casi media docena de gatos que viven -y hacen sus necesidades- entre las figuras escultóricas.



El entorno arquitectónico es casi tan bello como la Plaza Dos de Mayo. Aquí también la suciedad y el caos campean por todas partes, sobre todo en las noches. Una importante sección de pared -que mira a la Av. Arica- se derrumbó hace varios años y las autoridades no se dan por enteradas. Por esa razón la vista de esta zona de la ciudad es horrible.

Hay que agregar que en esta plaza se cambió el color característico -amarillo pálido-  que lucieron los edificios durante décadas. Primero le dieron un matiz ladrillo y últimamente han sido pintados de anaranjado. Lo mismo pasó con la arquitectura de la Plaza Dos de Mayo, a alguien se le ocurrió pintar los edificios de azul, eliminando el matiz ladrillo que por décadas identificó a este conjunto monumental. Es necesaria una investigación para determinar los colores originales de las plazas Dos de Mayo y Bolognesi. Hay que recuperar su autenticidad.

En cuanto a la escultura original de Querol -Fortaleza del Real Felipe- muestra al héroe herido de muerte, ensimismado en su sacrifico consciente, abrazando la bandera y sin soltar el revólver con el que ha disparado el último cartucho. Es una espléndida obra de arte incomprendida desde Gonzales Prada (“Nuestras glorificaciones”. En: Horas de lucha). Los militares la tuvieron por años en un rincón, luego la colocaron en la explanada principal donde se lució poco tiempo en todo su esplendor. Sin embargo la devolvieron al rincón para colocar en mejor posición una mala copia de la escultura de Ocaña, hecha en material deleznable. No saben lo que tienen.

2. Monumento al Libertador San Martín.

Mariano Benlliure (español), 1921. La estatua ecuestre se luce encima de la roca granítica simbolizando el histórico Paso de los Andes. Pero el granito fue pintado de amarillo y el monumento ha perdido buena parte de su fuerza expresiva. Un atentado contra el buen arte consumado por las autoridades que deberían proteger el Patrimonio.

3. Monumento a Manco Cápac.

David Lozano, 1926. A alguna autoridad se le ocurrió pintar de dorado los bordes de la capa y las plumas del inca, esta huachafería le restó dignidad al monumento. Aunque la pintura intrusa ha perdido intensidad, hay que aprovechar la actual remodelación de la plaza para recuperar totalmente el monumento. Eso incluye la reintegración de elementos faltantes: está mutilado el brazo de un personaje femenino -Mama Ocllo- en uno de los relieves laterales.



Hay que agregar que en la avenida Manco Cápac se lucían tres bustos de incas. Han desaparecido dos. Lo indignante es que después de los robos el municipio limeño remodeló toda la avenida, pero a nadie se le ocurrió reponer las esculturas o -al menos- retirar los pedestales vacíos. Es urgente trasladar a un lugar seguro el busto sobreviviente antes de que desaparezca.

En cuanto al contexto de la plaza quedan algunas edificaciones tradicionales que deberían ser recuperadas. No hay que permitir que alguien los derrumbe con el pretexto de la modernidad. Más bien hay que bajar el tono a dos centros comerciales que lucen amarillos y verdes chillones que afectan la belleza de la plaza victoriana.

4. Monumento a la familia.

Miguel Baca Rossi. Plaza San José, Jesús María. Otro caso de intervención desafortunada. Ahora las piezas de bronce lucen un estridente dorado que afea el conjunto. También distorsionaron radicalmente el pedestal: de blanco texturado a negro pulido.

5. Monumento a los Cabitos.

Es otra obra de Miguel Baca Rossi terriblemente distorsionada. Se encuentra en el óvalo de Higuereta y representa a los niños héroes que defendieron Lima de la invasión chilena. Pero el conjunto escultórico ha sido dorado hasta el ridículo, incluso su pedestal ha sido cambiado de color. La obra de arte ha perdido su atractivo y se ha faltado el respeto al escultor  desvirtuando su diseño original.

6. Monumento a Los Próceres.

Joaquín Ugarte, 1971. Parque Matamula. El cóndor que corona el conjunto monumental luce ahora dorado, distinto al diseño original planteado por el artista.


Charles Cary Rumsey (norteamericano), 1935. Esta estatua ecuestre fue  objeto de grandes polémicas. En general, la población estaba en desacuerdo con tener un monumento al conquistador del Perú en el corazón de la capital. La anterior gestión municipal trasladó la escultura al Parque de la Muralla, pero le privó de su impresionante pedestal.



Por otra parte, hemos observado que la escultura ha perdido su brillo y luce opaca, como si estuviera impregnada de una sustancia inapropiada. Lo mismo pasa con la escultura ecuestre de Fermín Tangüis (Manuel Piqueras, 1951) en el Parque de la Reserva.

8. Placas monumentales del ex Ministerio de Hacienda.

Artemio Ocaña (Incario, Virreinato y República) y Luis Felipe Agurto (Costa, Sierra y Selva), 1953. Son seis placas de bronce de 6 metros de alto ubicadas en el actual Ministerio Público de la Av. Abancay.

Recientemente la pierna de uno de los personajes ha sido dorada hasta el extremo. ¿Qué es lo que pretenden? Precisamente escribimos este artículo de emergencia, indignados por el nuevo atentado. La guerra contra la escultura pública es más intensa cada día, lo peor es que los enemigos son las autoridades.

 C) Atentado directo destructivo

1. Monumento a George Washington

Réplica de la obra de Jean-Antoine Houdon. Se inauguró en 1922. La plaza también fue “remodelada” por la anterior gestión municipal. El resultado ha sido lamentable. Han destruido la banca semicircular que acompañaba a la estatua de Washington.          

En el clímax del mal gusto, incrustaron una placa -con el nombre del alcalde de turno- al pie de la escultura, en el piso, aunque parezca increíble.

2. Monumento a César Vallejo.

Miguel Baca Rossi, 1983. Escultura emplazada frente al teatro Segura. A la anterior gestión municipal se le ocurrió cambiar su recio pedestal por otro más bien anodino. Así desapareció la frase tomada de Los nueve monstruos: “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”. El pedestal original terminó en la basura (http://castaneda.lamula.pe/tag/vallejo). Una ofensa al poeta y al artista, todo para colocar una placa con el nombre del alcalde de turno.



3. Monumento al Bombero. Lince.

Obra del escultor ayacuchano José Molina Enciso. Una vez más las autoridades peruanas demostraron su desprecio por la escultura pública y su incapacidad para comprender la importancia de la memoria urbana. La Municipalidad de Lince destruyó el monumento al bombero con el pretexto de “remodelar” este tradicional espacio público. Los monumentos ayudan a configurar la identidad de una ciudad, son los guardianes de su historia. Un paisaje urbano encierra los recuerdos y sentimientos de los vecinos, pero nada de eso fue respetado por el alcalde de Lince.

El monumento -cuya primera piedra se colocó en 1947-  ya había sido afectado cuando se le pintó con colores “realistas”, pero ahora ha sido reemplazado por una escultura mediocre rodeada de cuatros chorros de agua. Del obelisco, ni rastro. Otra pileta para seguir jugando con el agua en una ciudad enclavada en un desierto. La cruel ironía es que precisamente, los bomberos tienen problemas para aprovisionarse del líquido elemento en sus heroicas  batallas contra el fuego.

La pobreza intelectual y mal gusto de muchos alcaldes ha permitido la invasión de fuentes “ornamentales” que en su mayor parte carecen de valor artístico. Casi siempre afectando a espacios tradicionales que deberían ser respetados. Un caso famoso es de la vieja pérgola del Parque Manuel Cuadros de Chorrillos, destruida por el alcalde local para colocar “piletas”; asunto que fue llevado al Poder Judicial.



La destrucción del Monumento al Bombero fijó dos posiciones. Lo extraordinario es la actitud de los ciudadanos que salieron en defensa de la historia de su distrito. Lo vergonzoso fue la prepotencia de las autoridades municipales que no dieron  marcha atrás y culminaron su obra destructora. Para eso recurrieron a la violencia física contra los vecinos -entre ellos el nieto del escultor ayacuchano- en un acto salvaje que no debería quedar impune.

A última hora el municipio salió con el argumento de que el monumento era un peligro, en ese caso, se refuerza, se restaura, pero no se destruye.  Desgraciadamente en nuestra ciudad se piensa que modernizar significa destruir la memoria.

 D) Financiamento e instalación de pseudoesculturas

Es evidente el interés de muchos municipios e instituciones en levantar obras escultóricas en tributo a personalidades ilustres de la patria. El problema es que en los últimos años han proliferado esculturas de pobre calidad que más que homenaje se convierten en espectáculo grotesco. Se trata de figuras humanas con defectos anatómicos, ensayos fallidos de escultura ecuestre,  y/o alegorías ridículas dedicadas a la gloria de los alcaldes de turno. Aquí algunos casos notables: 

1. La espantosa “voleibolista” dedicada a Akira Kato entre las avenidas Salaverry con Javier Prado.
2. El monumento central del “Parque de la Cultura” de Bellavista.
3. La desproporcionada estatua de Manuel Cipriano Dulanto en el Callao,
4. La escultura de Fernando Belaúnde entre las avenidas Huiracocha y Escobedo.
5. Las estatuas alegóricas que aluden a la familia en Puente Piedra.
6. Chosica. Aquí el asunto es grave, pero sólo mencionaremos la horrible figura del Cristo monumental y el Cáceres a caballo, defectuoso por donde se le mire.
7. En Bellavista -entre las avenidas Faucett y Venezuela- se han colocado dos estatuas de nuestros héroes nacionales, Cáceres y Bolognesi. La primera es mala copia de una pieza que se encuentra en el Parque Reducto, y en la otra un inepto escultor intenta reproducir la obra de Artemio Ocaña. Copian sin mostrar respeto por el trabajo creativo de artistas famosos ya fallecidos. Además, ambas figuras son enormes para el espacio que ocupan y están rodeadas por piezas de artillería que no corresponden al contexto de la Guerra del Pacífico. Para completar los anacronismos, la zona es resguardada por soldados vestidos con uniformes de tiempos de la Independencia.

Recordemos que en ese espacio se encontraba ubicada una notable escultura de Simón Bolívar, similar a la que hizo Pietro Tenerani para Bogotá.

PARQUE DE ESCULTURAS 

Una obra grandiosa para Lima sería construir un parque con trabajos de escultores reconocidos, tales como Miguel Baca Rossi, Alberto Guzmán, Haroldo Higa, Benito Rosas, Javier Aldana, Johanna Hamann, Sonia Prager, Aldo Shiroma, Amelia Weiss, Antonio Pareja, Margarita Checa, Ana Orejuela, Lika Mutal, Fernando de la Jara, Silvia Westphalen, Humberto Hoyos Guevara, Víctor Delfín, Isidro Gutiérrez, Miguel Ángel Velit, Freddy Luque Sonco, Rocío Rodrigo, Michiko Aoki, entre otros. No podría faltar obra de pintores que han incursionado con éxito en la escultura, tales como Szyszlo, Llona, Chávez, Quintanilla y Rodríguez Larraín. Y el ceramista Runcie Tanaka. Sería un desagravio para nuestra maltratada ciudad.

También es necesario un material en Internet que sirva de guía para conocer el Patrimonio escultórico de la ciudad, tal como se ha hecho para Santiago de Chile 

Fotos: Google Imágenes

4 comments:

Milagros dijo...

Es una indignante realidad, pero si niños, ancianos y personas con enfermedades mentales que tienen solución con medicinas y ni que decir de ancianos; están abandonados qué podemos esperar de las Esculturas. No porque no tengan valor sino por la falta de sensibilidad social que nos aqueja a los limeños y peruanos en general. LA MUNICIPALIDAD DE LIMA, debe tomar acciones para que al menos una vez al año se le de mantenimiento al Patrimonio Cultural del Peru.

Anónimo dijo...

Carlos dijo:

Creo que los primeros en salir en defensa del mantenimiento, cuidado y reparación de las esculturas publicas deberían ser los vecinos de las zonas aledañas; que deben presionar y recordar la responsabilidad que tienen los alcaldes de turno (el colmo) de preservar la identidad barrial y vecinal.

Entonces es un asunto de educación cívica, de generar vínculos entre los ciudadanos más conscientes y los jóvenes activistas de cada distrito con el resto de la población local, y uno de los medios son los poquísimos y estupendos blogs sobre patrimonio Limeño, como el suyo.

Anónimo dijo...

es cierto los vecinos debemos precionar para que la municipalidad de lima despierte y tome carta en el asunto y donde esta el ministerio de cultura donde ,se estan perdiendo de a poco todo ese patrimonio cultural incluso por donde yo vivo existe un parque llamado parque de las bellas artes donde reposan todas las esculturas del creador del arte cinetico en el mundo esculturas en movimiento del escultor isidro guiterrez alfaro estas esculturas necesitan mantenimiento isidro con la edad de 83 años quien se asecuerda pocos aqui pero en otros paises de europa isidro es un genio creador como asi lo llaman admirable el dios de las piedras el que hace mover las enormes piedra por el arte cinetico que el invento y la municipalidad de lima y de la victoria en nada ayudan nada absolutamente nada hace siquira de hacerle un homenaje, que quiere que se muera para que despues hagan homenaje, no los homenajes se hace en vida señores el parque se encuentra en esta direccion los que quieran conocerla y gozar de una buena genialidad de las grandiosas obras de isidro que pesan toneladas pero se mueven con el aire es obra del genio isidro gutierrez alfaro Jr. Ignacio Cossío Cdra. 16 - La Victoria

antropologo - desarrollo cultural integral territorial dijo...

Hola, cuantas esculturas públicas y privada tiene LIma? gracias , un fuerte abrazo desde Colombia.