Dentro de la vorágine de noticias que adornan los diarios día a día, una de ellas, en junio de 1924, por sobre todas, llamo la atención de los lectores, por lo pintoresca y misteriosa de la misma: 5 vecinos habían conseguido permiso del Gobierno, para hacer excavaciones en el interior de una vieja quinta de la calle Matavilela, con el objeto de encontrar un invaluable tesoro que consistía en documentos históricos y reservados de la época inquisitorial, e incontables onzas de oro.
La Casona de la calle Matavilela (1924) |
En el permiso otorgado por el gobierno se estipulaba el reparto del tesoro en partes iguales, por un lado un 33% para el Gobierno, otro 33% para el dueño de la finca, que anteriormente había sido local del Correo viejo, y el 33% restante se repartía entre los 5 vecinos.
Dentro de esta finca, el cuarto clave era el signado con el numero 66, de donde las vecinas mas antiguas contaban sucesos increíbles, como el del hombre vestido de gris, que salía de este cuarto en dirección al caño comunal, y que por causa de esta razón, cuando alguna vecina tenia necesidad de usar este servicio en la noche, necesariamente tenia que pedir a otra vecina la acompañe. Además de este misterioso espectro, los vecinos cuentan de historias de apariciones, de signos luminosos y animales encendidos que cruzan el umbral del viejo zaguán.
Esta finca de vecindad tenía cerca de cien cuartos, anteriormente fue local del antiguo Correo y antes de esto se dice que funcionó como convento. También la conseja popular decía que en sus sótanos funciono por un tiempo el tribunal de la Inquisición. Otras crónicas decían que allí vivió el Oidor Matavilela, que le da nombre a esa calle. Lo cierto es que la finca, por los años de este increíble suceso, le pertenecía a los descendientes de los Marqueses de Torre Tagle.
Interior de la casona, con una "x" el cuarto numero 66 |
Pero pocos sabían la historia de película cinematográfica que se escondía tras esta noticia sensacional. Una de las 5 personas que logran el permiso para las excavaciones, era la señora Débora Ruiz Vda. de Campos, esta dama biznieta política de los Marqueses de Torre Tagle, hizo una larga investigación respecto a un antiguo secreto que su abuela paterna residente de Ica, le había confiado. Ella le había contado que sus padres le hablaron de la existencia de un maravilloso tesoro en una de las más antiguas casas de Lima. Su madre había logrado descifrar el lugar donde se encontraba el entierro, y hasta existía un plano que ella había logrado hacer. Lamentablemente, este documento se perdió en un incendio de su casa de la calle Albahaquitas (Jr. Andahuaylas, frente al Mercado Central), hace muchos años, en plena ocupación chilena de la ciudad.
Tuvo que confiar en sus recuerdos y memoria de los datos que le había dado su abuela para volver a ubicar el sitio del tesoro. Así, con los datos en la mente, fue cotejando las historias que iba encontrando sobre esta casona. Como por ejemplo, cuando un gasfitero fue contratado para hacer unos trabajos en este lugar y accidentalmente golpeo una aparente puerta ciega de madera, que con el golpe cedió dando paso a una escalera hacia un corredor subterráneo. Sin miedo alguno, comenzó a descender por el, pero no tan pronto hubo descendido unos ocho escalones, se dio con una especie de mesa de piedra, sobre cuya superficie yacían cuatro esqueletos. El hombre presa del horror subió rápidamente y entre gritos salió de la quinta para no volver más.
Luego, la historia de una vecina, respecto a la visita nocturna de una misteriosa monja, Sor María de los Ángeles (que había muerto doscientos cincuenta años antes en el Monasterio de la Encarnación), toda vestida de blanco y que le dijo que había escondido allí un gran tesoro, pero que estaba maldito, que quien lo encontrase, tendría las mayores amarguras. Y muchos vecinos más, que contaban que misteriosamente aparecía en el piso del cuarto 66, escrituras de guarismos y hasta números, expresando gran cantidad de millones.
La prensa limeña durante varios días seguía esta sensacional noticia. En La Crónica, El Comercio, La Prensa y hasta en las revistas Variedades y Mundial se hacían notas sobre el desarrollo de estas excavaciones. Obviamente, esto no era lo que necesitaban los interesados, el tema de la búsqueda del tesoro se había convertido en algo de interés nacional!
Hábilmente, los interesados fueron minimizando la noticia y hasta en ultimas declaraciones empezaron a decir que todo fue en vano, que solo se encontraron unos cajones viejos con documentos que ya habían entregado al Archivo General de la Nación, pero del tesoro que tuvo en vilo a todos los curiosos no había noticia. La señora Debora Ruiz ya no quería hablar con la prensa y pronto se convirtieron en el hazmereir de todos.
Lo cierto es que el cuarto 66 nunca mas fue alquilado, permaneció cerrado hasta la demolición de esta casona unos años después. De los 5 involucrados en la sensacional historia nunca se llego a saber nada, sencillamente desaparecieron por completo. Casualidad o no, a pesar de desmentirse esta noticia como algo cierto, se empezaron a hacer demoliciones en casas antiguas de Lima, como por ejemplo la mansión de los Astete y Concha en la calle Polvos Azules, de la que también se dijo tenia tapados bajo tierra.
La casona de la calle Matavilela fue demolida a fines de los años 30, durante mucho tiempo solo fue un terreno baldío, hasta que en los 50 se construyó un edificio de departamentos. Algunos vecinos del edificio cuentan que durante las noches se oía el crujir de cadenas y el sonido de bultos que se arrastraban. Otros mencionan a una extraña figura gris que se paseaba por los corredores en las tardes.
Ernesto R., antiguo vecino del edificio nos cuenta: "tenemos muchas historias todos los vecinos que vivimos ahí, nosotros siempre le atribuíamos eso a las personas que murieron en el edificio, ya sea por muerte natural en caso de los ancianos o por accidente, como fue el caso de mi hermano de 4 años...un par de experiencias vividas; una noche regresando de una reunión con algunos tragos encima, yo vivía en el cuarto piso, subir hasta mi casa era todo un cuento, primero sentir una sensación extraña, se erizaban los bellos del cuerpo, al llegar al patio del tercer piso vi una persona, en realidad no la vi completamente, supuse que era una mujer porque tenia una bata blanca, se iba hacia otro pasadizo, entonces por los años que vivimos ahí sabíamos como eran los sonidos cuando un vecino cerraba su puerta, yo pensé que alguna señora salio al patio a botar su basura por el conducto del incinerador, me quede parado hasta escuchar el ruido que hacía la puerta al cerrarla, como no escuchaba nada me dirigí al pasadizo, no vi a nadie y todas las puertas cerradas, lo único que hice, fue subir corriendo hasta mi casa.."
Edificio actual, donde estuvo la casona de nuestra historia. |
Fuente:
Revista Mundial Nº 214, Junio 1924
Revista Mundial Nº 214, Junio 1924
5 comments:
Si no me equivoco se encontraba en lo que ahora es Jr. Conde de Superunda con Jr. Rufino Torrico.
MI FAMILIA TENIA UNA TIENDA EN LA CASONA ANTIGUA, FABRICABAN SOMBREROS Y MUÑECOS DE CARTÓN, ENTRE OTRAS COSAS QUE VENDÍA, YO VISITABA LA TIENDA TRES O CUATRO VECES POR SEMANA Y NUNCA VI, NI ESCUCHE ESOS COMENTARIOS DE HOMBRES DE GRIS NI MUJERES EN BATA BLANCA, TODO ME PARECE FICCIÓN E INVENTOS DE LIMEÑOS QUE INVENTABAN ESTAS HISTORIAS PARA ASUSTAR A LOS NIÑOS.
Hola Mi nombre es Edgar davalos,Yo he vivido en esa casona que le llamaban el correo antiguo y estaba en lo que antes era el jiron lima 359 y la calle matavilela y no sido demolida en los años 30 como se indica en la historia sino mas o menos por el año 55 al 60 y en la actualidad es un garage y tiendas.
Buenas noches,
¿Tendrá los planos de la casona o al menos sabe hasta qué parte de la cuadra comprendía?
Me parece demasiada coincidencia muchas cosas. Quisiera saber si tiene más información respecto a la cuadra.
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