Desde que se inauguró la Alameda Grande del Rímac el año 1611, ésta ha tenido muchas remodelaciones y arreglos. Apenas en 1617 ya se hacia necesario volver a arreglarla, pues algunos malos vecinos, habían destrozado una de las fuentes de piedra y se habían llevado las plantas que la adornaban. Documentos del cabildo de la Ciudad de los Reyes nos prueban que por aquellos tiempos tuvo mala fortuna esta grande y bonita alameda, pues cada cierto tiempo el destrozo y la dejadez en su cuidado eran algo característico. A lo largo de su historia, las mas importantes remodelaciones se hicieron en la época del Virrey Amat, y en la República, durante el gobierno del Mariscal Ramón Castilla. Sobre esta ultima es la que hablaremos en este articulo.
Por resolución del 19 de enero de 1856, el Supremo Gobierno encargó al Sr. Felipe Barreda la dirección de los trabajos de remodelación del nuevo Paseo de los Descalzos, ya que hasta ese momento era llamada Alameda Grande o Alameda Vieja.
Lo primero que se tuvo que hacer fue nivelar el terreno -que constaba de 60,693 varas cuadradas- ya que en el sector del Convento de los Descalzos estaba mas elevado el suelo que a la entrada de la Alameda. Este desnivel era grande y mover las tierras para buscar el preciso nivel era muy costoso pues se hubiera tenido que emplear a muchos trabajadores. Por tanto, se pidió prestado a la administración de la aduana del Callao unos rieles y cuatro pares de ruedas con las que se hicieron cuatro grandes carros para trasladar toda la tierra y también para el traslado de materiales.
A consecuencia de las obras de nivelación quedo muy elevado el plano de la iglesia del Patrocinio, y para evitar ese defecto se hizo una plataforma de piedra labrada, con una escalera de tres tramos y balaustres.
Iglesia del Patrocinio (Foto: Google Mapas) |
Frente a la Alameda, al lado de la casa de Micaela Villegas y por todo ese frente pasaba un canal o acequia, llamado de Piedra Liza y existía un pequeño puente para cruzar desde la calle Copacabana (jiron Chiclayo) hacia la Alameda. Se tuvo que ensanchar este puente y se coloco muros levantados en ambos lados, y en los dos ángulos del puente se colocaron grandes machones de cal y ladrillo y zócalos de piedra labrada.
Se colocó una verja de fierro que estaba arrumada en el muelle del Callao, en la playa y en la estación del ferrocarril de San Juan de Dios. Se recogió de estos lugares y primero se trajo esta verja al local que había proporcionado la Fabrica de Tocuyo frente a la Alameda (donde hoy esta la fabrica de la Backus), donde se estableció un taller para arreglarla y componer la gran porción que de ella estaba quebrada. Llegó un mecánico de Inglaterra para colocarla, pero se suicido. Otros dos ingleses llegaron después pero anularon sus contratos al "enfermar repentinamente". Otros empleados nacionales que se les encargó el trabajo tuvieron que ser despedidos por ebrios.
Finalmente fue contratado don Gaspar Ruegg, mecánico alemán, quien por 120 pesos mensuales, compuso y coloco la verja de fierro con sus cinco puertas. Un herrero francés también participo junto con don Gaspar, rehaciendo un tramo de la dañada reja. No habiéndose encontrado los tornillos de la verja y algunas piezas pertenecientes a las puertas, fue necesario hacerlas en una fundición en Bellavista.
En el frente de la verja se hicieron dos machones de cal y ladrillo, con bases y capiteles de piedra, y se trajo de Inglaterra dos escudos y marcos de bronce. Se colocaron sobre los machones de la entrada a la Alameda, ocho estatuas pequeñas de mármol, compradas al Sr. José Canevaro Raggio. También se colocaron 50 asientos de mármol a distancias proporcionadas. Asimismo 100 jarrones de fierro traídas de Inglaterra a un costo de £ 442,5 (cuatrocientos cuarenta y dos libras esterlinas y cinco chelines).
Jarrones traídos de Inglaterra (Foto: Paseos Históricos por Lima) |
Se hizo una glorieta de madera al medio para las orquestas de música. Se sembraron astrapeas alrededor de la parte externa de la Alameda. Se contrató al jardinero D. Antonio Borsani por cinco años, y se le alojo en unos ambientes que se construyeron en el convento supreso de Santa Liberata.
Todas las paredes linderas al paseo fueron pintadas de blanco, muchas de ellas se remendaron y se hicieron calzadas. Se usó a los presos para trabajos de apisonado en las calles laterales y en el recojo de desmontes, se les pagó un peso por día de trabajo. Don Jose Tiravanti fue contratado para la dirección profesional de los trabajos, a un costo de 120 pesos mensuales.
Al finalizar con la obra encargada, don Felipe Barreda paso sus recibos de gastos al Gobierno por un monto de 53,426 pesos, dinero que el fue desembolsando de a pocos para los gastos, de su propio bolsillo, a lo largo de todo el tiempo que duraron las obras. Las estatuas grandes de mármol de Carrara, que representan a los signos del zodiaco y que hasta hoy se pueden apreciar en este paseo limeño, llegaron poco después. Costaron aproximadamente 50,000 pesos, que fueron aportados por Bartolomé Herrera, primer enviado del Perú ante la Santa Sede y quien se encargo de adquirirlas en Europa.
La Alameda de los Descalzos en 1899 (Foto: Marineros de la Fragata argentina Sarmiento) |
El Peruano, 5 de diciembre de 1857, Año 16, Tomo 33, "Carta a la Sección de Obras Publicas enviada por Felipe Barreda fechada el 28 de septiembre de 1857",
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