lunes, julio 9

Jironear (Crónica limeña)

*Tomado de "Charlas de Café", de Vicente Gonzáles Montolivo

Jironear es un verbo de conjugación exclusivamente limeña. Solo los limeños salíamos a jironear, aunque en los últimos años esto ha sido poco menos que imposible. Jironear era pasearse por el jirón de la Unión. Salir de compras al centro, aunque no se tuviera con que ni se comprase nada, constituía toda una fiesta cuyo clímax se alcanzaba de 7 a 9 de la noche en el "Jirón por excelencia". El único que adornaban con iluminación de colores para Navidad y Fiestas Patrias. Nadie entraba al "Jirón" si no estaba bien vestido y con sombrero. Era el paseo reglamentario para estrenar chuzos


Bautizado como Jirón Unión, en homenaje a la conocida provincia de Arequipa, el uso y los años le han agregado el distintivo nobiliario (y muy arequipeño por cierto) del "de la" y ahora es el Jirón de la Unión, tal vez porque en él se unen o confluyen todos los jirones transversales o, más bien, porque de él parten esos jirones. La calle más alegre de nuestra Lima Cuadrada y la depositaria de su Flor y Nata. 

Las niñas armaban sus paquetitos en casa para simular que iban de tiendas y, aparentando mirar vitrinas recibían los piropos de todos aquellos que pululaban por allí. Contertulios permanentes del jirón se apostaban en los dinteles de las confiterías como la Fuente de Soda Castillo, o en las puertas de antiguas casas comerciales, famosas por la calidad de sus productos. 

Era el Jirón una calle con vida propia y fulgurante. Allí funcionaba el Ministerio de Hacienda y junto a él, rodeando el Monumento a Don Ramón Castilla, se desparramaba la "Pampa del Hambre", con sus mesitas en la calle para que pudiesen tomar asiento y hasta café la legión de "indefinidos": militares en retiro y empleados jubilados, a la espera del pago: pensión provisional o sueldos devengados. Cuando cobraban algo pasaban de la "Pampa" al café Leons, que estaba al fondo, para comer más formalmente. 

Café de Leons y monumento al Mariscal Ramón Castilla - Foto: Arq. Jose Cerna Sabogal

Al frente, la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced para los ruegos y arrepentimientos, y más abajo, hacia la esquina de Baquíjano, el Palais Concert, confitería de lujo, y reunión de intelectuales, que daban lustre al periodismo, y mentidero político de primer orden. 

Por el "Jirón" se dirigían a Palacio los Embajadores con su disfraz de gala y en calesa para presentar sus credenciales. Por allí se hacían los "Desfiles" militares y el del Corso del carnaval. Hasta el Presidente cuando era "macho", salía a jironear. Ahora salen en carro blindado y a toda viada. Salir del jirón era innecesario porque ésta se contaba con el más simpático o íntimo de los teatros, el "Campoamor", con sus largas temporadas a cargo de la Compañía de Ernestina Zamorano y el Cholo Carlos Rebolledo. Cuando uno no estaba pije, prefería caminar por los jirones laterales, le daba vergüenza entrar al jirón. 

Paso de la comitiva presidencial, año 1974 - Foto: Lima de Siempre

Ahora es al revés: entrar al jirón es una vergüenza. 

Para algunos sociólogos el de ahora es el verdadero Jirón de la Unión: la unión de vivanderas, vendedores ambulantes, descachalandrados y maleantes. Hemos vuelto a los albores de la República, en que los bandoleros se aventuraban hasta la Plaza de Armas o se parapetaban en la Plaza de la Merced. Allí han sentado sus reales suerteros y picaroneras. Dicen que así es una síntesis del Perú. 

Antes pasear por las noches era una obligación. Se cumplía el viejo precepto higiénico: después de almorzar, reposar y después de comer, pasear. Además era un pretexto para que las pollonas de entonces salieran en grupo a tomar aire y encontrarse con su "peor es nada". Para el efecto los mocosos serviamos de "correo sin estampilla" y a veces nos caía un propinón de a peseta o de a cincuentón. Ahora las parejitas tienen que amartelarse por los rincones de los by-pass, pegadas a las paredes como lapas. Ya no pueden pasear porque los jardines tienen rejas, en los parques solitarios los asaltan y como "atracos son atracos", el jovencito puede perder la vocación matrimonial de por vida. Lo más seguro es la calle. Ya no se trata del amor libre, sino del amor al aire libre.

Ya no hay "Jirón", ni parques, ni paseos. El de "Aguas" esta definitivamente seco, el de los Descalzos, sin estatuas ni banquitas, y el de las Flores, junto al Estadio, huele a choncholí.

Jironear fue un neologismo hermoso que tuvo vigencia, elegancia y esplendor, pero que murió antes de llegar al diccionario.

* "Charlas de Café", Vicente Gonzáles Montolivo, Ediciones Grapsa. Primera edición, año 1990




Fotos del Archivo del Diario El Comercio

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Notas:
"Charlas de Café" fue un popular programa televisivo conducido por el lingüista y humorista Vicente Gonzáles Montolivo. Vivió en el antiguo barrio del "Chirimoyo" en los Barrios Altos, y de esta experiencia plasmó sus vivencias e impresiones, que aparecen en artículos del libro arriba citado.

11 comments:

Carlos Tello dijo...

Excelente artículo David, ir al centro, al jirón de la Unión, era con corbata y del buen saludo (1953) … ahora es un tumulto… “dicen que así es una síntesis del Perú”, triste y precisa expresión de lo nuestro, una gran pena… “amartelarse”, vale, no conocía esa expresión. Felicitaciones.

Xyluo dijo...

En el Jirón de la Unión la hoy alicaída Galerias Boza, era el centro de lo que ahora se llama "go shopping". De niño en los 60's --de vacaciones en Lima--, mi papá me contaba que había un familiar que, como otroslimeños acomodados, se pasaban medio día tomando café conversando entre ellos o leyendo los diarios, ...debe haber sido una especie de vitrina para ser observado por los paseantes.
Supe de un sector del jirón que era conocido por la concentración de sastrerías, ...me hicieron pensar que no había otras en Lima.
Todo eso ha sido modificado, ha involucionado,...no es el avance de los tiempos, es la denigración de la cultura a superficialidades y mala educación.
Lo de los ambulantes no lo veo mal, se sabe que durante la colonia y comienzos de la República eso era un hervidero de vianderas, ...especialmente durante las procesiones, ...extraño los Turrones de Doña Pepa, cuando sólo los encontrabamos en octubre y los Chancays de los Portales, al costado de la desaparecida librería "La Familia"

Anónimo dijo...

Me encantó. Me hizo retroceder en el tiempo. Mi mami nos vestía a mi hermana y a mi cuando pequeñitas-5 y 6 años- elegantísimas con sombrero, abrigo y guantes para ir al centro de Lima

Adolfo dijo...

Muy buen artículo. Yo lo seguía por TV.

Portal de Noticias Turistamagazine dijo...

Buenísimo para las personas que no hemos vivido esa época y está hablando en el 1990, pobre señor Moteolivo si viera lo que son las "parejitas" ahora se volvía a morir.
muy sabroso e increíble
Elena villar

OSCAR dijo...

Gracias Vicente González Montolivo por su relato y al diario El Comercio por la foto.
Recorde mis años juveniles y asistencias a la Fuente de Soda Castillo y beber un "Cordialito" para entonarse.
Saludos

Unknown dijo...

Cuantos recuerdos, su frase "a los que sabemos...... ".
Sarcasmo peruano y muy limeño.

Unknown dijo...

Tube la suerte de tener a Vicente Gonzales Montolivo como profesor en el colegio. San Andres y haber sido asiduo cliente de la Fuente de Soda Castillo hasta el ultimo dia. mi soda favorita era la de tamarindo, algo que nunca mas existira

Unknown dijo...

Me recuerdo cuando era pequeño , lo veía por televisión .... porque a nosotros los que sabemos no nos hacen caso .... jajajaja.... Buenísimo

Sara Aragón dijo...

Una pregunta, ¿dónde puedo comprar ese libro?: "Charlas de Café", Vicente Gonzáles Montolivo, Ediciones Grapsa. Primera edición, año 1990
Gracias

David Pino dijo...

Se editó hace muchos años. Quizá consiga uno en la feria de Amazonas o en los libreros de Jirón Camana o Quilca.